CAMINOS DE ESPERANZA, CAMINOS DE MISIÓN.
“Bendito sea Dios Padre de Cristo Jesús nuestro Señor que, por su gran miserciordia, nos dio una vida nueva y una esperanza viva” (1 Pe. 1, 3.)
Amados hermanos y hermanas en Cristo,
Reunidos en comunión fraterna en la octagesima segunda asamblea ordinaria en el Salvador, los obispos del Secretariado Episcopal de América Central hemos reflexionado sobre los grandes desafíos que enfrenta nuestra región y, en particular, sobre la realidad dolorosa de la migración. Conscientes del llamado del Evangelio a acompañar a los más vulnerables, queremos dirigir este mensaje de esperanza y compromiso a nuestras comunidades de fe, a los gobiernos de la región y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
Frutos del Sínodo de la Sinodalidad
Iluminados por la conversación en el Espíritu, hemos reflexionado sobre los frutos del Sínodo de la Sinodalidad, que nos impulsa a ser una Iglesia más cercana, participativa, misericordiosa y misionera, que nos invita a caminar juntos, escuchando las voces de todos, especialmente las de los migrantes y los empobrecidos, para construir pequeñas comunidades de fe ámbito donde acontece el Reino de Dios, asumiendo los grandes desafíos de hoy:
Recuperar la dimensión bautismal del pueblo de Dios, que confiere identidad cristiana, compromiso misionero. Sin olvidarnos que la misión es el horizonte de la sinodalidad que fortalece a todo el pueblo de Dios.
Asumir una espiritualidad sinodal. “con los ojos fijos en Jesús, el que inicia y consuma nuestra fe”. Heb 12, 2 con apertura al Espíritu, Ruah de Dios.
Conversión de las relaciones, por la cultura del encuentro, la acogida y la hospitalidad. Pasando por el costado siempre roto del Crucificado, abierto a todos sin exclusiones.
Iglesia casa y familia cimentada sobre la Roca. Que guarda en su seno la potencia de la semilla y la levadura, para hacer crecer y fermentar en el mundo los valores siempre nuevos del Evangelio, por la riqueza de dones y carismas que fundamentan la diversidad de ministerios.
Migrantes: Caminos de esperanza y desafío
La migración en Centroamérica es un fenómeno que nos desafía, marcado por el dolor de la separación, el sufrimiento de la pobreza, la violencia y la búsqueda de una vida digna. Miles de hermanos y hermanas migran cada día, enfrentando riesgos inimaginables, dejándonos como testigos de su lucha por una esperanza que muchos de nosotros damos por sentada. El futuro requiere políticas que aborden las causas profundas de la migración y ofrezcan mejores oportunidades locales.
La Iglesia, fiel a su misión, renueva su compromiso de acompañar, proteger, promover e integrar a los migrantes, y ofrece la primera carta pastoral regional para responder al drama de la migración, titulada «Lo vio, se acercó y lo cuidó -caminando con las personas migrantes, refugiadas, desplazadas internas y sobrevivientes de trata-».
Esta carta es fruto de la oración, la reflexión y la coordinación pastoral de nuestros agentes pastorales que al lado de los migrantes no sólo los han acompañado, sino que les han permitido hacer sentir su voz. Expresamos nuestro agradecimiento al Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, que ha sido parte de esta iniciativa que hoy ha dado fruto.
Cuidado de la Casa Común y la minería
La conservación de la biodiversidad y los recursos naturales es fundamental, dado que la región cuenta con una rica diversidad biológica que es vital tanto para la cultura local como para la economía (turismo ecológico, agricultura sostenible, etc.).
Reconocemos que el deterioro ambiental y la explotación minera en nuestra región están afectando gravemente a nuestros pueblos y a la creación de Dios. Las comunidades, especialmente las más vulnerables, sufren los efectos devastadores de esta crisis ecológica.
Como Iglesia, reafirmamos nuestro compromiso con el cuidado de la Casa Común, tal como lo expresa el Papa Francisco en Laudato Si.
Hacemos un llamado urgente a los gobiernos para que adopten las politicas responsables y sostenibles que respeten la dignidad de los pueblos y la casa común y que no permitan la explotación minera, ya que es necesario priorizar la vida humana y el medio ambiente sobre los intereses económicos que perpetúan el daño social y ecológico, respetando los acuerdos de Escazu Costa Rica, primer tratado regional de America Latina que promueve el derecho a acceder, oportuna y efectivamente a la informacion ambiental participar en la toma de decisiones que afecten el ambiente, y acceder a la justicia para asegurar el cumplimiento de las leyes y derechos ambientales, incluyendo dispocisiones para la proteccion de personas, de defensores, del medio ambiente y derechos humanos.
Desnaturalización del Parlacen
Con profunda preocupación, observamos que el Parlamento Centroamericano (PARLACEN) ha perdido su esencia como instrumento de integración regional y defensa del bien común. Este organismo, que fue concebido para promover la unidad y la justicia en la región, ha sido debilitado por intereses particulares que desvirtúan su misión original.
La desnaturalización del Parlacen es tan grave que en el imaginario social de la región, sirve como refugio para algunos exfuncionarios políticos que buscan inmunidad ante procesos judiciales en sus países de origen. Esto ha dañado la imagen del organismo y ha creado una percepción de corrupción o impunidad.
Hacemos un llamado a los representantes del PARLACEN para que retomen su vocación ética y se conviertan en verdaderos servidores de los pueblos centroamericanos, respondiendo a las necesidades urgentes de justicia, paz y desarrollo integral.
El futuro de Centroamérica depende en gran medida de la estabilidad política, por lo que urge reducir la corrupción y fortalecer las instituciones democráticas para atraer inversiones y fomentar la confianza ciudadana.
Jubileo 2025: "Peregrinos de Esperanza"
Nos preparamos con alegría para celebrar el Jubileo 2025, bajo el lema "Peregrinos de Esperanza". Este tiempo de gracia nos invita a vivir en comunión con todos los fieles de la Iglesia Universal, especialmente con los migrantes, los encarcelados, los enfermos, los jovenes, los ancianos, los pobres, los que defienden los derechos de los mas débiles, quienes son verdaderos peregrinos en busca de una vida mejor.
Hoy asumimos el desafío de ser signos concretos y visibles de esperanza en un mundo que a menudo parece perdido en la desesperación y el cinismo. Se nos recuerda que, a través de nuestra fe y nuestras acciones, podemos ser faros de luz en la oscuridad, Mt. 5, 13-16 guiando a otros hacia un camino de transformación y renovación.
Al vivir auténticamente nuestra vocación bautismal, nos convertimos en testimonios vivos de la promesa de un cielo nuevo y una tierra nueva, y en señal de lo que es posible cuando en el día a día estamos dispuestos al servicio desinteresado, a la escucha atenta y al acompañamiento.
El Jubileo será la oportunidad para la renovación espiritual, la reconciliación y la reafirmación de nuestra esperanza en Cristo Resucitado. Invitamos a todas las comunidades a unirse a este caminar jubilar con fe y compromiso.
Exhortación Final
Queremos ser una Iglesia que acompaña, que escucha y que camina junto a los empobrecidos, reconociendo en ellos el rostro de Cristo. Exhortamos a nuestras comunidades de fe a ser espacios de acogida y solidaridad, y a los gobiernos de la región a promover políticas que respeten la dignidad y los derechos de los migrantes y los más vulnerables.
Exhortamos y animamos a los jovenes que con su alegria entusiasmo y compromiso sean fermento de la nueva vida acogiendo la propuesta del evangelio, de una vida en santidad.
Que la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora la Reina de la paz, interceda por nosotros y por todos los que recorren estos caminos de dolor y esperanza, animados por el tiempo del adviento en el que nos preparamos al nacimiento de nuestro Salvador.
En Cristo esperanza nuestra,
+Mons. Héctor David García Osorio, Obispo de Yoro, Honduras.
Presidente del SEDAC
Mons. José Antonio Canales Motiño, Obispo de Danlí, Honduras.
Secretario del SEDAC