Mensaje de la Conferencia Episcopal de Guatemala

Escrito el 05/06/2020

"Nosotros esperamos… unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia” (2P 3,12)


Los Obispos de Guatemala queremos comunicarnos con todo el pueblo de Guatemala que, junto a millones de seres humanos en el mundo, está pasando por la situación provocada por la actual pandemia, y decir nuestra palabra desde la fe que nos anima.

1. Las epidemias o pandemias han golpeado a la humanidad en toda su historia.
Han suscitado siempre dos respuestas: la respuesta solidaria para ayudar a las víctimas y la búsqueda del significado teológico y espiritual. La dimensión global que ésta tiene sin duda nos hace tomar conciencia de que “necesitamos una solidaridad universal nueva”, (Francisco, Laudato si 14). Esta situación nos llama a los guatemaltecos a considerarnos responsables unos de otros guardando de la mejor manera las medidas de prevención ahora y de modo particular al ir finalizando el aislamiento.


2. La pandemia ha venido a evidenciar la capacidad de todos para ser solidarios con los demás y ha hecho salir lo mejor del corazón de todos. La entrega y el servicio de tantos profesionales de la salud y otros son evidentes. Hemos reflexionado y nos abocamos a Dios de un modo nuevo. Se ha fomentado la capacidad de proyectar un futuro distinto, es tiempo para la esperanza, el futuro próximo post pandemia nos pide crear, construir, soñar juntos una nueva sociedad, una renovada y nueva relación con la madre tierra y con los demás.


3. Pero también ha evidenciado dramáticamente lo injusto de nuestra sociedad: la enorme desigualdad social en este país con una tasa de pobreza que podría elevarse a más del 60%, la inoperancia del sistema de salud, la ineficacia de políticos corruptos. Ha hecho surgir también el miedo, el acaparamiento, la estigmatización social y otros males, como brotes de violencia por problemas de tierras que esperamos se solucionen por los caminos del diálogo.


4. Desde nuestra fe consideramos que hay acontecimientos particulares llamados signos de los tiempos, y la pandemia es uno. Estamos convencidos por fe de que nada ocurre fuera de la Providencia divina y que incluso de lo que vivimos como un daño, Dios quiere traer un beneficio para nosotros. En la Sagrada Escritura las catástrofes son ocasiones en las que Dios nos convoca para volver a Él y corregirnos. Es tentación perenne el pretender construir una sociedad al margen de Dios sin contar con Él; y la pandemia nos hace caer en la cuenta de que la vida humana es frágil e inconsistente.


5. Debemos volver a poner a Dios en el centro de nuestro proyecto social y político, haciéndolo referente de sentido y valor. Hemos pretendido decidir sobre el bien y el mal, creyendo que podemos reinventar la familia, reestructurar la sexualidad humana, decidir sobre el inicio y el término de la vida humana, pretender vivir sin ética ni moral objetiva, hasta producir las injusticias sociales ya mencionadas. Esta pandemia es la ocasión de reconocer en Dios el fundamento de nuestra existencia y el garante del orden moral inscrito en el orden natural de las cosas. Por eso queremos exhortar a todo el pueblo de Dios a “fortalecer las rodillas que flaquean” (Hb 12,12), a unir fuerzas en las familias, en las comunidades, parroquias y diócesis, en todas las comunidades, a “aprovechar bien el momento presente, porque corren tiempos malos” (Ef 5,16).


6. Hacemos un llamado urgente a las autoridades para hacer todo lo posible para agilizar la ejecución de los programas destinados a paliar la enfermedad y la carestía, en especial en los 82 municipios del corredor seco, pues se percibe aún una baja ejecución en los fondos destinados a la atención de los más vulnerables y sobre todo a trabajar a largo plazo para superar las raíces de la injusticia en Guatemala. La emergencia no debe hacer que dejemos de lado la atención a la honestidad y transparencia del proceso de elección de magistrados a las cortes, crucial para el futuro de la administración de la justicia en el país, que debería ser parte de la nueva normalidad de la que hablamos.


7. Sabemos que María nos acompaña, como Madre de la Iglesia, que estuvo con los discípulos en el gran desafío de evangelizar y comprometerse superando el miedo y el aislamiento.

Guatemala de la Asunción, 04 de junio de 2020.


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