MENSAJE DEL CONSEJO DE PRESIDENCIA DEL SEDAC

Escrito el 09/07/2020


ANTE LA PANDEMIA DEL COVID-19

Queridos hermanos y hermanas, los obispos presidentes de las seis conferencias episcopales de América Central les saludamos en el nombre del Señor.

  1. Nos inspira la palabra y el ejemplo de San Oscar Romero y nos encomendamos a su intercesión. Nuestro amado pastor concluyó su homilía dominical la víspera de su martirio, con este pensamiento: “La Iglesia predica su liberación tal como la hemos estudiado hoy en la Sagrada Biblia, una liberación que tiene, por encima de todo, el respeto a la dignidad de la persona, la salvación del bien común del pueblo y la trascendencia que mira ante todo a Dios y sólo de Dios deriva su esperanza y su fuerza” (Homilía, 23 de marzo 1980). Pero sobre todo nos consuela el Señor que nos dice: “Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados que yo les aliviaré. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mt 11, 28-30).
  2. Los países de la región centroamericana estamos atravesando un momento sumamente difícil. Esta realidad es particularmente grave en algunas de nuestras naciones. Además del azote de la pandemia del Covid-19, que sigue arrebatando vidas, hemos sufrido en Guatemala, El Salvador y Honduras los estragos causados por la tormenta tropical “Amanda”. A las familias afectadas por estas tragedias les expresamos nuestra cercanía y solidaridad. Que el Señor acoja en su Reino a las personas fallecidas y conceda consuelo y alivio a sus seres queridos.
  3. Nuestros pueblos, ante la adversidad, encuentran fuerza y esperanza en su fe cristiana. Confían en el Señor y en la Providencia divina, que se hace presente por medio de personas e instituciones que se acercan a su dolor como buenos samaritanos. Lo hemos visto como respuesta al sufrimiento causado por la tormenta “Amanda”. Por su parte, la Iglesia se ha esforzado por estar presente para aliviar el dolor y comunicar esperanza.
  4. Queremos hacer un reconocimiento especial a quienes están en primera línea para defender la vida y la salud de las personas que padecen el Covid-19: médicos, enfermeras y enfermeros, así como todo el personal sanitario y quienes colaboran con ellos, algunos han ofrendado su vida en ese abnegado y arriesgado servicio. Ellos lejos de cualquier estigmatización o menosprecio, merecen el máximo reconocimiento de todos por su heroísmo.
  5. Ante esta dolorosa realidad, la Iglesia que peregrina en los seis países del Istmo centroamericano, quiere ofrecer una palabra que ilumine la fe y fortalezca la esperanza. En este momento de prueba a causa de la pandemia exhortamos a todos a seguir dando firme testimonio de confianza en el Señor. Nos solidarizamos totalmente con la Iglesia católica en Nicaragua, por su gran preocupación y generosa acción en favor de la salud y la vida del amado pueblo nicaragüense.
  6. El Papa Francisco exhorta a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a cuidar con esmero la casa común, es decir, el medio ambiente en el que se desarrolla nuestra vida. Precisamente la Pandemia que estamos sufriendo, hunde su raíz en el desequilibrio ecológico, causado por la actitud gravemente irresponsable del hombre. Es providencial que el Santo Padre nos haya invitado a reflexionar durante un año en el contenido de la encíclica “Laudato Sí”. Nos unimos a esa sabia exhortación, convencidos de que entre nosotros es prioritaria la construcción de un nuevo modelo de desarrollo basado en la dignidad de la persona y el cuidado del medio ambiente.
  7. Refiriéndose a la pandemia el Papa ha dicho: “Sólo podemos salir juntos de esta situación como una humanidad entera”, porque todos estamos en la misma barca. ¡Nadie debe ser olvidado! Todos debemos implicarnos. Los gobiernos y los ciudadanos debemos unirnos en un esfuerzo común, en favor de la salud y la vida de las personas. Además, con máxima responsabilidad, todos debemos cumplir las medidas de seguridad sanitaria, para proteger la vida de nuestros hermanos y la nuestra. “La vida es primero” (Papa Francisco).

Por la intercesión de María Santísima y de nuestros mártires, invocando para todos y cada uno la protección de Dios, les bendecimos en el nombre del Señor.

San Salvador, 03 de julio de 2020.